Dos años antes de egresar de la licenciatura en psicología, comencé a trabajar en un área de recursos humanos, lo cual me llevó a conocer las actividades que se realizaban en la misma y decidir conscientemente que esto era a lo que me quería dedicar para crecer profesionalmente en ello. Durante mis clases, buscaba cómo era que la teoría revisada podía aterrizarse en la práctica de mi trabajo y las actividades que realizaba; sin embargo, al momento que surgían contingencias que resolver de forma inmediata y por la inexperiencia que tenía en ese momento, terminaba resolviendo de acuerdo a la práctica común de la empresa, la cual también adopté y llevé a otras organizaciones en donde laboré posteriormente, olvidándome momentáneamente de la teoría.
¿Cuántas personas que actualmente nos dedicamos a Recursos Humanos hemos tenido dudas sobre el origen, efectividad o sustento de nuestras prácticas cotidianas?
Después de algunos años de trabajar únicamente en empresas, retomé la práctica docente, en la cual principalmente tuve que reencontrarme con la teoría para dar sustento a la experiencia que compartía con mis alumnos. En ese momento, surgió nuevamente el interés por investigar y hacer ese “match” o reencuentro entre teoría y práctica: ¿Por qué las prácticas que realizo en cierto momento han funcionado? ¿Por qué algunas otras no? ¿Alguien más ya ha hecho esto mismo? ¿Existe un modelo probado que nos lleve al resultado deseado?
Actualmente y después de haber correlacionado la teoría con mi experiencia, puedo ver que era algo necesario no solo para mi como docente, sino para las personas que trabajan en Recursos Humanos, que en la mayoría de los casos tienen amplia experiencia y práctica, que en ocasiones requieren demostrar a su respectiva Dirección con indicadores o datos objetivos, el por qué necesitan implementar alguna evaluación, práctica, proyecto, etc., y que uno de los principales obstáculos con los que se topan es justo el cómo poder justificar de forma objetiva y sustentada su iniciativa, así como los beneficios que puede tener, por ejemplo, un programa de reconocimiento y evaluación del desempeño, en términos de estrategia, rentabilidad, productividad, permanencia… Y su relación con la disminución de costos de reclutamiento y capacitación derivados de la rotación.
Este conocimiento puede no solamente mantenerse a nivel local, sino internacionalmente puede ser certificado por organismos reconocidos como HRCI. Es posible reconocer las principales teorías y prácticas que mejor aplican a cada uno de los procesos de Recursos Humanos, validados por varias empresas a nivel mundial, un número importante de profesionales, y académicos del mundo de RRHH. Para el profesional, esto puede significar mejores oportunidades laborales y posicionamiento. Para las organizaciones, contar con personal certificado puede significar ventajas competitivas, principalmente mayor certeza sobre la efectividad de las actividades que se realizan en su departamento de recursos humanos, el cual estratégicamente es responsable de velar por el activo más importante de una empresa: Las Personas.
En la Universidad Anáhuac Puebla, conscientes de todo lo anterior, ponemos a su disposición el diplomado de preparación para presentar el examen de certificación HRCI, en el cual además de la teoría, se contemplan las aplicaciones prácticas, factor esencial contemplado en la certificación. Orgullosamente, la Universidad Anáhuac Puebla es una institución avalada por la certificadora, pues el programa del diplomado cuenta con contenidos que se alinean y van más allá de los requerimientos de HRCI.
Consultora Organizacional MORA DÍAZ Talento y Desarrollo, y Vicepresidente de Desarrollo de la Red Internacional de Consultores. Licenciada en Psicología y Maestra en Psicología del Trabajo y las Organizaciones. Dentro de su experiencia profesional destaca la dirección de Recursos humanos en diversas empresas tanto educativas como de servicios. Es coach organizacional y de equipos.