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El esfuerzo y la virtud

22 de septiembre, 2023

Me impresiona y cada vez más, la rapidez a la que me he acostumbrado en la vida diaria, una cotidianidad llena de dopamina instantánea en redes sociales, entregas de compras online al siguiente día y por qué no el mismo día, reacciones en tiempo real o mensajes instantáneos que exigen ser contestados en ese mismo momento; percibo una inmediatez que transmite la apariencia de que absolutamente todas las metas, todos los bienes, pueden ser conseguidos a la misma velocidad y con la misma facilidad. 

Sumado a lo anterior, está la preocupación por los logros, el reconocimiento y el cumplimiento de metas, que, si bien no es algo reprobable y en el justo equilibrio es necesario, se olvida que el camino para llegar a esas metas es igual o más importante que la meta misma pues es en el camino donde las personas nos conocemos, forjamos y maduramos.

Este es uno de los grandes retos que enfrento tanto a nivel personal como laboral: distinguir la apariencia de la realidad y asumir que en general, las cuestiones sustanciales y más importantes de la vida requieren de estas claves: un esfuerzo continuo de mi parte para ser la mejor versión de mí misma, la convicción de buscar el bien a través de mis decisiones, valorar el camino de crecimiento y la capacidad de enfrentar las adversidades con entereza, paciencia y sin tanta queja.

Hubo un momento en mi vida en que me cuestioné esto y me pregunté ¿cómo lograré transformarme en esa persona integrada en sus facultades y dimensiones? ¿Cómo lograr el equilibrio? Después de un largo recorrido espiritual e intelectual me encontré con un término tan antiguo como los mismos griegos llamado virtud. 

Una definición de virtud puede ser la proporcionada por Aristóteles como un hábito bueno de la decisión deliberada que consiste en un término medio, estando los vicios en los extremos; se ve la virtud como el equilibrio, pero no de una tibieza relativista, sino de elegir el mejor bien y la mejor proporción de ese bien. Como mencionan algunos autores, la virtud pavimenta el camino a la libertad y la plenitud, ya que ponen las bases sobre las cuales se pueden dar pasos firmes y coherentes.

Ser virtuoso no solo impacta en la vida personal, es un ejercicio de la inteligencia y la voluntad que impacta en todas las áreas de la vida, como el trabajo humano. La virtud enriquece la perspectiva de la acción laboral llenándola de creatividad, ética y sentido, en la que se puedan plantear proyectos y soluciones dirigidas al bien común mientras se es innovador en los medios y las formas, ya que no se pueden obtener resultados diferentes y mejores haciendo lo mismo una y otra vez.
 
Así fue como llegué a la conclusión de que ser virtuoso no era solo una cuestión de buenas intenciones sino de acciones concretas, unas que iniciaron con mi familia y continuaron en la Maestría en Ciencias Humanas de la Universidad Anáhuac Puebla. Esta maestría fue un programa crucial para mi desarrollo personal  que me ha permitido plantearme la mejor versión de mí misma, desarrollándome de forma integral y proporcionándome las herramientas para lograrlo tanto en mi vida personal como laboral. 
 
 
 

unnamedMtra. Ivette Chang Bencomo

Licenciada en Filosofía en el Instituto de Estudios Superiores de Tamaulipas- Red de Universidades Anáhuac, la Maestría en Ciencias Humanas y la Maestría en Desarrollo de Capital Humano en la Universidad Anáhuac Puebla. Ha trabajado como docente de Bloque Anáhuac durante 10 años, impartiendo materias como: Epistemología, Ética y Antropología filosófica, así como cursos de Ética y Liderazgo; siendo su área de especialización la Ética y su aplicación.