Recientemente me he integrado a una nueva posición laboral dentro de la Universidad Anáhuac Puebla. Antes me dedicaba a la docencia y en asesorar empresas que solicitaban mi experiencia en temas de Capital Humano y de Administración. Ahora, con este nuevo ciclo es indispensable dejar algunos hábitos y adecuarme a otros: relacionarme con gente diferente, responsabilizarme por nuevas actividades, apegarme a lineamientos, compartir valores, etc. Aspectos que en definitiva me presentan nuevos retos y también nuevas preocupaciones. Aunado a lo anterior, nunca dejo de ser mamá, esposa, hija, hermana y PSICÓLOGA, si, esas personas profesionistas que “tienen dominados sus comportamientos”.
Me encuentro en un mundo donde es difícil hablar de que el ser colaboradora de una institución, así como jugar un rol frecuentemente asignado a la mujer, no es tema nuevo; sin embargo, encara muchos aspectos que pueden gestionar las emociones de forma tan intensa que en determinado momento puede convertirse en caótico, derivado de las emociones que encaran la responsabilidad de nuevos desafíos, sumados a los actuales.
Recordemos que las emociones son estados afectivos de mayor o menor intensidad y que siempre expresarán la forma en como nos sentimos respecto a lo que vivimos.
Entonces, pues, qué importante es que en un entorno laboral, social, personal podamos liderar la forma en como expresamos lo que sentimos a partir de nuestras actividades. Recordemos que si no expresamos el cómo nos hace sentir un compañero de trabajo, una relación, una tarea específica… existen dos posibilidades en nuestro entorno: la primera que la persona que tenemos enfrente y con la que compartimos trabajo, actividades, casa, sentimientos, etc., no sepa o no esté consciente de cómo nos afecta lo que compartimos; y segundo, al no expresarlo, (recordemos que la emoción no muere), siempre existirá el momento en que la emoción decida salir, y ese instante puede ser explosivo, si es que se acumulamos tanta impasibilidad.
Indiferencia, que aunada a nuestro 2024 en el que estamos viviendo entornos de productividad, volatilidad, tecnología, incertidumbre, crisis en valores, etc., en donde nos proveemos de mayor inmediatez, que conduce al estrés y éste con toda su carga de cortisol que, en exceso, enferma; que importante aprender a liderar nuestras emociones, que significativo aprender a ser eficaces en nuestros encuentros, esos encuentros de los nuevos desafíos, las nuevas tareas y las nuevas relaciones. Aquí cobra vital importancia ser líderes efectivos con inteligencia en nuestras emociones; practicarlo seguramente cambiará los resultados que tenemos; quizá en un inicio solo en nuestro micro entorno, pero podemos irlo contagiando y quien dice que, de verdad, si nos atrevemos, replicarlo a otros entornos para hacer un mundo más equilibrado; de ahí la importancia de formarnos en el desarrollo de competencias como el liderazgo efectivo e inteligencia emocional. Ya que esto es equilibrio, y el equilibrio es sinónimo de bienestar. ¿Quién no quiere y aprecia el bienestar?
Adriana Morales
Psicóloga, con un master en Administración y certificación en Coaching, trabajó para diferentes organizaciones en áreas de capital humano. Actualmente Docente de tiempo Completo.