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Dr. Édgar Sánchez Linares

Dr. Édgar Sánchez Linares

Consultor educativo, docente e investigador con más de 25 años de experiencia en educación superior y formación docente. Es director de aprendizaje digital en Conidea, Consultores Educativos donde lidera proyectos de transformación digital, diseño instruccional, desarrollo de cursos en línea y gestión de plataformas LMS.

Diplomado
Práctica Docente en la NEM
07/08/2025


Estamos atravesando una época de mucho ruido y poca señal; de mucha información y poco conocimiento. La rapidez de la información me hace preguntar ¿Dónde vivo? También, me cuesta identificar lo relevante de lo inútil; lo importante de lo banal.

Ser docente en estos tiempos es una experiencia desafiante. Cada día me enfrento a un entorno educativo que cambia con rapidez, impulsado por la digitalidad, los cambios sociales y las nuevas políticas públicas, como la Nueva Escuela Mexicana (NEM). En este contexto, ya no basta con dominar los contenidos; necesito repensar constantemente mis formas de enseñar y buscar nuevas maneras de conectar con los estudiantes a través de distintos lenguajes, modelos, plataformas, herramientas y valores.

Uno de los retos más evidentes ha sido integrar la tecnología de forma significativa. No se trata solo de incorporar herramientas digitales para estar “al día”, sino de entender cómo estas pueden realmente transformar la experiencia formativa y ayudar a construir estrategias de enseñanza y aprendizaje más efectivas e innovadoras.

Para lograrlo, considero fundamental trabajar con los tres componentes del Triángulo de la Digitalidad: hardware, software y mindware. El hardware y el software hacen referencia a los dispositivos y programas que usamos en el aula. Pero el elemento que suele ignorarse es el mindware, es decir, el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes con los que damos sentido al uso de esas herramientas. Este vértice del triángulo es el que, desde mi punto de vista, marca la diferencia entre un uso estratégico de la tecnología y otro meramente superficial o descontextualizado.

A esto, agrego la necesidad urgente de atender la diversidad que existe en nuestras aulas, y de superar modelos centrados exclusivamente en el docente o en la calificación como fin último del proceso educativo. Creo firmemente en avanzar hacia una evaluación para el aprendizaje: una evaluación formativa y auténtica que acompañe el proceso, que permita el error y su corrección sistemática sin una penalización cuantitativa y que reconozca el potencial de cada estudiante. Evaluar de esta manera me ha permitido ajustar las estrategias, dar retroalimentación útil, de calidad y promover la autonomía del alumnado.

Frente a este panorama, encuentro en la NEM un marco útil para revisar mi práctica. No se trata de seguir un manual, sino de recuperar el sentido de educar: formar personas, promover la convivencia y desarrollar habilidades para enfrentar un mundo cambiante e interconectado.

Próximamente estaré impartiendo el Diplomado “Práctica Docente en la NEM” en la Universidad Anáhuac Puebla, una propuesta formativa que aborda precisamente estos temas: la digitalidad, los pilares de la educación y las metodologías activas centradas en el estudiante. Más que ofrecer soluciones cerradas, este diplomado buscará brindar herramientas útiles y abrir espacios de reflexión para que cada docente pueda revisar y fortalecer su práctica de forma crítica y contextualizada.

Educar hoy es una tarea compleja, pero también una oportunidad. Por eso, invito a mis colegas a seguir aprendiendo, a no conformarse con lo que ya saben, y a apostar por una educación más justa, inclusiva y pertinente.