La formación del instructor y su impacto en el aprendizaje organizacional
21 de octubre, 2021
Un número considerable de personas en la actualidad se mantienen en constante formación, ya sea por iniciativa propia o porque es un requisito y necesidad de la empresa en donde laboran. Hay un curso de historia de la preparatoria que aún tengo en la mente y ahora que recuerdo con más detalle, no solo era la técnica y didáctica utilizada, sino el comportamiento observable del docente, que en cada una de sus palabras y explicaciones, transmitía pasión, entusiasmo, orgullo y amor por su país, todo eso mezclado con un toque de humor. Esa clase para mí fue un parteaguas en mi carrera como docente e instructora, pues unos años después de concluir la universidad y empezar a desempeñarme en dicha profesión, aun la recordaba y me inspiraba. Sin tener la formación como instructora y solo mi entusiasmo y emoción, la primera sesión que impartí en mi vida tenía que durar una hora y yo en 20 minutos ya había concluido el tema, pues empíricamente estaba buscando dar una clase y si bien dominaba el tema de forma técnica, ¿Cómo le hacía para transmitir y lograr que los estudiantes que yo tenía en ese grupo, pudieran aprender y poner en práctica ese conocimiento? Posteriormente vi que era muy necesario capacitarme y formarme para poder realizar esta labor de enseñanza, pero sobre todo de aprendizaje significativo.
Esta reflexión me lleva a plantear las siguientes preguntas:
¿Cuántas personas no habremos pasado por la misma experiencia de pasar de lo empírico de transmitir un conocimiento a realmente realizar un proceso de enseñanza y aprendizaje significativo y efectivo? ¿A qué retos se han enfrentado, se enfrentan actualmente y se enfrentarán docentes y capacitadores al realizar su labor? ¿Qué pasaría si las organizaciones dejan de aprender, si los estudiantes no aterrizan los conocimientos necesarios para su profesión?
De acuerdo al autor sobre temas de capacitación: Roberto Villatoro, se utiliza el término de adiestrar para referirse a la obtención de una habilidad, muchas veces relacionada con el desempeño motriz, como es el caso del uso de las plataformas, cámaras y micrófonos; en cambio capacitar, se utiliza para la obtención de conocimientos y comportamientos o conductas deseables, por ejemplo la técnica para impartir un tema, realizar la estructura de un taller o un curso en cuanto a las horas empleadas, dinámicas y manejo de grupo o evaluar los conocimientos a través de un examen o un proyecto. El mismo autor, menciona una tercera modalidad de entrenamiento: La sensibilización, que consiste en el trabajo y manejo de actitudes, valores y emociones, tales como comprender la importancia de la formación y el impacto que tiene en la vida de las personas, el manejo de las emociones del instructor y de los participantes, la capacitación como un aporte social, etc.
Para tener una formación integral en el área, deben trabajarse opciones que contemplen tanto adiestramiento, capacitación y sensibilización, pues no solo es necesario que tanto docentes como instructores puedan utilizar plataformas, cámaras y micrófonos, o que realicen la estructura de un curso, su dinámica y planeación, sino además que puedan aprender a lidiar con las emociones que provoca tener diferentes tipos de audiencia y su manejo. En años atrás cuando comenzaba el uso de celulares inteligentes, muchos docentes e instructores de capacitación expresaban la frustración al estar frente a un grupo que estaba en el aula físicamente pero su mente en las redes sociales, posteriormente con la pandemia, esa misma sensación se comenzó a experimentar al ver las cámaras apagadas en las plataformas. Las formas cambiaron, pero las emociones generadas son las mismas. Y como un punto más trascendente, aun hablando del punto de la sensibilización, cómo a través de la formación del instructor se puede visualizar la capacitación y la docencia como una actividad de trascendencia e impacto positivo, no solo para el individuo, sino para las organizaciones y la sociedad en general, aun con los retos que conlleva.
Contribuir al aprendizaje organizacional y a través de ello a la productividad y competitividad, es una tarea gratificante, motivadora y satisfactoria que requiere una formación sólida y significativa que acompañe la pasión y vocación, alineada a estándares de competencias que permitan en un momento dado, certificar las habilidades en el área. A través del curso de la Universidad Anáhuac y la Escuela de Psicología para la formación de instructores, es posible realizar una revisión de estos temas de interés para instructores, capacitadores externos y docentes.
Mtra. Gabriela Lizbeth Mora Díaz
Vicepresidente de Desarrollo de la Red Internacional de Consultores
Consultora organizacional
Docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Anáhuac Puebla.